Se sabe que las personas cuando hablan explican el 30% de la verdad, nos han acostumbrado así, ha mostrar únicamente la patita, sin mostrarse demasiado, así que la persona que esta en posición de escucha será la que tenga que lograr esa apertura, que pocas veces se da de manera natural. Anotemos algunos tips que ayudaran la próxima vez que se pueda sentar con algún empleado, amigo e incluso con su pareja y le dará la oportunidad de entender mejor y saber mucho más de la persona que tiene enfrente.
El Silencio
Hace tanto tiempo que como líderes tenemos el turno de la palabra, que se nos ha complicado poder cambiar de rol y convertirnos en el que escucha, si ese es el problema y somos de los típicos que preguntan a su gente y todo el mundo se queda callado, deberíamos saber que en el silencio la gente está realmente incómoda.
Los lideres que ceden la palabra a sus equipos y guían desde la escucha, saben gestionar el silencio, provocándolo y dejando eterno, hasta que un colaborador empiece a hablar y rompa así con la distancia.
Estar Presente
Lo primero que hay que saber es que nuestro cuerpo habla de manera muy clara y hay que mostrarse con apertura, así que nunca nos cruzaremos de brazos, la postura relajada y abierta ayuda a la persona que nos habla a sentir una presencia atenta delante suyo.
El primer paso para sentirse con “la libertad de empezar a abrirse” es que jamás nos pondremos de manera frontal, ya que todo el mundo necesita tener la linea pasado y futuro libre, parte trasera y delantera de la persona, sino no podrá proyectar sus ideas, así que hay que sentarse de manera ladeada, dejando la linea perpendicular libre.
La mirada es muy importante y hay que mirar a nuestro interlocutor, asentir, recalcar para que entienda que estamos realmente interesados, lo único que habría que cuidar es no penetrar demasiado con la mirada para que la persona no se sienta incómoda.
El Efecto Espejo
Una vez visto nuestra posición del cuerpo, buscaremos una técnica que ayuda muchísimo a la apertura de manera inconsciente, es el llamado efecto espejo, donde nosotros de manera muy sutil imitamos los movimientos de la persona que estamos escuchando, por supuesto, no todos los que haga, solamente postura, manos, etc.
La idea es que la persona no solamente vea que estamos escuchando, sino que se vea reflejado/a en nosotros, esto le dará un grado de confianza importante, seguro que muchos hemos vivido ese momento químico, que muy pocas veces ocurre con alguien, que hace que las cosas fluyan sin saber bien porque, bien, al imitar esos movimientos y crear el efecto espejo suele pasar algo muy parecido y la conversación empieza a fluir de manera muy natural.
Preguntas Poderosas
Ahora vendrá la guía, decíamos que el que controla la conversación es el que escucha, así que hay que guiar esa conversación a través de las preguntas, nunca perdiendo el rol de escucha. Pongamos un ejemplo para que se entienda: si una persona me comenta que se acaba de comprar un coche, la pregunta no será, por ejemplo ¿De qué marca es?, o ¿De qué color?, ya que esa pregunta me mantiene en un lugar poco interesante para obtener información complementaria, así que la pregunta será algo por el estilo, y ¿Qué sentiste al comprar el coche?, o ¿Te sientes orgulloso?, la pregunta te conduce directamente al estomago, donde tenemos nuestras emociones y la respuesta va a ser con otro color, un matiz más profundo.
Y lo que hay que hacer luego, es reconocer, valorar, fortalecer esa apertura, decir ¡Qué bueno!, ¡Cuánto me alegro! Desde este punto la conversación cambia el matiz, la profundidad y al fin se obtienen reflexiones mucho más cerca de la verdad, es aquí donde las soluciones prevalecen a los problemas y donde podemos realizar un plan de acción que realmente nos ayude a mejorar en aquellas situaciones donde estábamos parados.
Conclusiones
Este ejercicio tan sencillo, nos dará una posibilidad real de conocer a nuestro interlocutor, desde otro punto de vista, y lo que es más importante, nos mostraremos delante de él como una persona interesada de manera genuina, nos dará la posibilidad de acercarnos y generar un vínculo. Este tipo de ejercicios cobran sentido y poder, al repetirlos de vez en cuando, no sólo porque nuestra habilidad para escuchar irá mejorando a medida que vamos practicando, sino porque cada conversación nos dará una apertura más clara.
Muchas veces el problema no es que la persona no quiera abrirse o decirnos cual es la raíz del problema, sino que él/la mismo no sabe cuál es el problema, solamente siente los síntomas, este tipo de conversaciones aclaran mucho y se pueden visualizar mejor las soluciones, ya que es una buena manera de ordenar los pensamientos, caóticos muchas veces.