Los cambios traen consigo una o varias tremendas oportunidades. A veces las buscamos, a veces nos llegan sin que las esperemos o en casos como el que estamos viviendo actualmente, nos caen de golpe… Creo que la mayoría nos encontramos en una situación similar desde hace meses, de un día para otro nuestra cotidianidad cambió por completo, QUÉDATE EN CASA nos dijeron.
Quedarnos en casa por una semana está bien, tal vez dos semanas no sea tan complicado, pero meses, eso sí que probablemente nunca lo imaginamos. La pregunta del millón: ¿y ahora qué hago?
Para muchos de nosotros, el cambio que trajo la nueva realidad es trabajar remotamente, así que nuestro estilo de vida ha cambiado por completo, ya no solo evitamos salir de casa, sino que esta se ha convertido en nuestra oficina también, ese espacio al que normalmente vamos todos los días, en el cual ejercitamos nuestra capacidad de relacionarnos, nos desarrollamos y crecemos rodeados de otras personas, la oficina ese espacio diferente de la intimidad de nuestro hogar, en el que tenemos contacto físico y social, ha dejado de existir tal cual; así que una vez más nos preguntamos: ¿y ahora qué hago?
Yo no sé ustedes, pero para mí esa pregunta resuena en mi día a día constantemente: ¿y ahora que hago? Mi respuesta ha sido, es y por el momento sigue siendo: Un día a la vez…, un cambio a la vez…
Este tiempo en casa, me ha hecho reflexionar sobre muchas cosas, pero lo que más me he cuestionado desde un punto de vista profesional es, si estoy siendo un buen líder para mi equipo, la verdad no lo sé, eso solo ellos lo pueden contestar, pero en mi afán por darle sentido a mis interrogantes, he asistido a varios foros de comunicación, liderazgo y me he leído un par de libros, en esencia todo ha girado en torno a la actitud con que nosotros decidimos afrontar cada día los cambios. Una de mis frases favoritas es: “la vida no es cuestión de suerte, es cuestión de decisiones” ha sido mi “mantra” por mucho tiempo y no en vano, la vida me sigue enseñando cada día que nuestro camino se forma de cada decisión que tomamos.
Una de las primeras enseñanzas que les quiero compartir es el agradecimiento, y la relevancia que ha tomado en estos tiempos aprender a ser agradecidos; los cambios en nuestra forma de pensar en torno a todas aquellas cosas por las que debemos estar agradecidos, nos ayuda a tener una vida más en control. Esta pandemia tal vez nos ha hecho frustrarnos, revelarnos contra el sistema, deprimirnos, sentirnos realmente mal y estar completamente decaídos, y no está mal, pero no todos los días. En esos días en los que más mal nos sentimos y en los que queremos dejar todo tirado, son en los que tenemos que pensar en los cambios de nuestro pensamiento y pensar en al menos una cosa por la cual estamos agradecidos, eso nos ayudará a salir de nuestro estadío de “víctima” y controlarnos sobre nuestra vida. Todos los días, tenemos una nueva oportunidad para tomar decisiones.
Preguntémonos ¿qué nos carga o bien qué nos está drenando? ¿De dónde viene mi energía o por qué me estoy sintiendo de esta manera o de la otra? Identificando estos sentimientos, podemos continuar con mi segunda enseñanza: ¿Qué queremos alcanzar? ¿Cuáles son nuestras metas? ¿Para dónde vamos? ¿Para dónde queremos ir? ¿Cuáles son los cambios que queremos? En nuestra vida pasada (pre-pandemia) posiblemente vivíamos tan inmersos en nuestro día a día, a velocidades extremas que no nos deteníamos a pensar en nosotros mismos, no solo porque “no tenemos tiempo” sino también porque muchas veces nos da un miedo tremendo, ese miedo de pensar que estamos fallando o que no somos realmente felices, pero por un segundo PAREN y pregúntense: ¿Qué es importante para mí? ¿Cómo me hace sentir?, tenemos frente a nosotros una tremenda oportunidad para encarar los cambios, demos ese giro, busquemos aquello que nos llena, llevemos el rumbo de nuestras vidas hacia eso o aquello que realmente queremos, aprendamos a luchar por nuestros sueños y alcancemos todo lo que nos propongamos.
Ahora, ¿cómo lo hago? No hay una receta mágica, no existe un checklist donde voy marcando casillas, ni un flujograma que me dicta el camino del proceso. Está dentro de cada uno de nosotros, debemos dejar de ser víctimas de nuestra propia cabeza y aprender a reiniciarse, para tomar el control.
Así fue como llegué a mi tercera enseñanza o más bien aprendizaje; ¿Cómo estás? La típica pregunta de todo el mundo todos los días, y sin pensarlo tiene un poder enorme sobre nosotros y sobre los demás. La respuesta para salir del paso: ¡Bien, gracias! Realmente estamos bien o solo no queremos compartir y vernos vulnerables.
Estos días mi equipo de trabajo se ha convertido en las visitas más frecuentes a mi casa, de forma virtual está claro, pero yo no estoy yendo a la oficina, los estoy invitando a mi casa todos los días, yo no salgo de casa y dejo mis problemas personales ahí guardados, ellos vienen a verme, cada vez que me conecto a un Zoom o una video llamada en Teams, les estoy abriendo las puertas de mi casa, de aquí que la pregunta: ¿Cómo estás? Ha tomado tanta relevancia en los últimos meses, y les voy a ser completamente honesta de alguna manera me ha acercado más a mi equipo, yo también he conocido la intimidad de sus hogares, sus parejas, sus hijos, sus mascotas, sus espacios personales, sin maquillarse, sin afeitarse, en pijamas o con traje; agotados, tristes, felices, emocionados… todo aquello que normalmente no se lleva a la oficina, hoy en día se hace presente todos los días.
He aprendido la importancia del ¿Cómo estás? Desde otra perspectiva y como me da la oportunidad de cambiar no sólo mi día, sino también el de aquellas personas con las que trabajo diariamente. Cuando les comparto no solo mi frustración, pero también mi agradecimiento, cambia el tono de la reunión, porque a veces ser vulnerables o mostrarnos tal cual somos en realidad nos acerca más, porque dejamos de ser una imagen virtual al otro lado de la pantalla e inmediatamente nos vuelve persona, tantas veces nos pasa que se nos olvida que trabajamos con otros seres humanos, que tienen vidas igual de “complejas” que nosotros. Como líderes, como colegas, como subalternos, no debemos dejar de preguntarnos, no sólo cómo estoy yo, sino cómo están ellos, y de qué manera voy a impactar su vida. Los invito a ser más empáticos, no olvidemos nuestro sentido de responsabilidad social para con quienes trabajamos y quienes nos rodean, preguntemosles de forma genuina, con buen tono y una sonrisa: ¿Cómo estás? Les aseguro que su día cambia por completo.
Aprovechemos este tiempo sin precedente, para ser más agradecidos, para hacer un alto en el camino y preguntarnos que es realmente importante para nosotros, para reflexionar y conocernos más, estos tres aprendizajes que hoy comparto con ustedes me han generado más conciencia sobre la importancia de sumar todos los días en la vida de aquellos que están con conmigo, virtual o presencialmente, la importancia de las pequeñas acciones, a tomarme la vida un día a la vez, y sobre todo a aprender lo más importante: ¡el cambio nos trae tremendas oportunidades!