“Nuestros sentimientos e inteligencia emocional nos definen en forma más directa y completa que nada, por ello cuando nos volvemos más genuinos en la expresión emocional, es cuando cambia la percepción que la gente tiene de nosotros”. Dr. David Viscott
Es una realidad el hecho de que las emociones influyen en nuestra vida de relación, en la forma de trabajar y en el rendimiento, pero son pocas las personas que las tienen en cuenta al establecer relaciones, crear equipos de trabajo, definir objetivos o plantearse proyectos.
Hasta hace poco las emociones eran consideradas por las empresas como un tema tabú. Se esperaba que las personas fueran a trabajar dejando sus problemas en casa.
Sin embargo, la realidad es otra: las emociones, positivas y negativas, van de casa a la oficina y de la oficina a casa. Y si hasta ahora esto no se había tenido en cuenta era porque no existían herramientas para diagnosticar, medir y gestionar las emociones en el entorno laboral.
Lo que distingue a los mejores y más efectivos individuos no son ni sus conocimientos, ni su experiencia o habilidades técnicas, sino la capacidad de fusionar estos aspectos con la comprensión y apreciación de las emociones humanas, y la facultad de utilizar esa comprensión para gestionar sus propios recursos y los de aquellos que los rodean.
La inteligencia emocional está vinculada a las aptitudes que implican habilidad a la hora de gestionar y regular las emociones de uno mismo y de los demás, las que a su vez pronostican un rendimiento superior en el entorno personal y laboral.
Según The Emotional Intelligence Quickbook la inteligencia emocional es la habilidad para reconocer, entender y manejar las emociones en nosotros, y en la interacción con otros.
Los últimos descubrimientos realizados por Daniel Goleman y el Consorcio para la Investigación sobre Inteligencia Emocional en Organizaciones (Consortium for Research on Emotional Intelligence in Organizations) nos indican claramente que la inteligencia emocional (IE) es el factor de éxito más importante en cualquier carrera, más que el cociente intelectual (CI) o la pericia técnica. De hecho, la IE es responsable de entre el 85 y el 90% del éxito de los líderes de las organizaciones.
De allí que en la actualidad el mundo empresarial tiene muy en claro que el estilo tradicional de dirección basada en la imposición de autoridad (orden, control y castigo) ha pasado de moda después de haberse constatado su ineficacia. Esto significa que se acabó el “aquí mando yo” como modelo de liderazgo. Las empresas necesitan directivos gerenciales que sepan estimular y dar ejemplo a sus subordinados. Y esas habilidades solo se logran con un gran mane-jo de las competencias emocionales básicas.
La IE viene entonces a cumplir una invalorable función al apoyar el desarrollo personal, la carrera profesional y la satisfacción personal del individuo.
Analizando las distintas emociones que se entrelazan, podremos alcanzar grandes beneficios para nosotros mismos:
- Contar con un mayor conocimiento propio.
- Adquirir una total conciencia de la fuerza y el alcance que tiene la diversidad humana.
- Comprender la importancia de la IE en nuestra vida.
- Saber cómo identificar las distintas competencias emocionales.
- Obtener mayor comprensión de las personas que nos interesan.
- Lograr nuevas ideas para manejar nuestras propias emociones en todas las áreas de la vida: afectiva, familiar, social y laboral.
Por ello, es necesario comprender la importancia de la inteligencia emocional en el dominio y liderazgo de nuestra propia vida. Tanto es así, que Daniel Goleman afirma que las personas con habilidades emocionales bien desarrolladas tienen más probabilidades de sentirse satisfechas y ser eficaces en su vida que aquellos que no pueden poner orden en su vida emocional y, como consecuencia, libran batallas interiores que sabotean su capacidad de concentrarse en el trabajo y pensar con claridad.